La primera noche

Sería la primera noche en mi habitación con vistas al mar después de la URPA y al fin pude volver a acostarme para ponerme en posición horizontal en la cama; mágicamente, el dolor taladrante desaparecía. Llamé a la enfermera para contarle lo que me pasaba y dijo que se lo anotaba para que los médicos lo leyeran al día siguiente y que me traería algo para el dolor. Estaba como en pausa, pensar me dolía, estar lejos de los niños me hacia sentir mal. Lo que hoy recuerdo de ese momento era un estado de emoción que jamás había sentido. Era entre miedo, angustia, ansiedad, tristeza, impotencia mezclado con un poco de alegría, además de mis hormonas haciendo de las suyas después del parto.

¿Por qué?

Mi marido y yo comenzamos a hablar, y le dije que por qué no me había dicho nada de cómo se encontraban los niños. Ignorante de mí no pensé encontrarlos así. No tenía ni idea de lo que suponía en todo su ámbito un bebé prematuro. Le dije a mi marido que ahora podría ver a mi amiga Vicky, con la que tantos días había pasado, y fue ahí cuando me enteré que el bebé de mi amiga se había ido a los pocos días de haber nacido. Se me hizo una bola en la barriga, no me lo podía creer. Era normal que no me dijeran nada, ahora que lo pienso desde la distancia, pero me duele no haberlo sabido antes.

La cena

Era la hora de la cena, y ni hambre tenía después de saber y ver a los niños, aunque en realidad no fuera consciente de la importancia de sus estados. Cené sin apetito, realmente un poco obligada porque tenía que recuperarme cuanto antes. Lo que sin duda quería era dormir para que ese insoportable dolor se fuera y encontrarme mejor. Mientras, mi marido fue a buscar un sacaleches para poder ir estimulando el pecho y cuanto antes poder comenzar a llevarles el líquido mágico para que tuvieran reservas suficientes pronto. Era importante para mí que fuera así.

La noche

Recuerdo que era algo antes de las diez de la noche cuando mi marido volvió. Esa noche se quedaría conmigo, no sabemos por qué, seguramente inconscientemente,  presentíamos que fuera así. Traía el sacaleches con él (uno que alquilan en Prenatal iguales a los que tienen de uso hospitalario), había sido un trámite sencillo de hacer. Ya había cenado y acomodó la butaca y las sillas para poder “acostarse”. Nos pusimos a ver la tele, o más bien mirar al infinito sin escuchar nada, y en cuestión de segundos, se durmió. El pobre estaba agotado de lo que había pasado esos días, de la URPA a la UCIN y de la UCIN a la URPA y le saqué la foto que encabeza este post. A mí me costó algo más conciliar el sueño. No dejaban de llegarme imágenes de los niños en sus incubadoras con todos esos cables y aparatos por todo su minis cuerpitos.

Tocaron a la puerta

Nos despertamos bien temprano y antes de que nos diéramos cuenta, tocaban la puerta de la habitación y entró una chica vestida con ropa médica verde -“oh, oh”, pensé- seguramente algo había pasado. Se presentó como médico adjunto de la UCIN (no recuerdo su nombre, no la vi después tampoco más por allí). Nos venía a contar cómo habían pasado la noche los niños. En ese momento pensé que sería algo rutinario por el cambio de turno y que venían ellos como prácticas. Nos contaron que uno estaba estable dentro de la gravedad. También algo más. “La noche no ha sido buena para uno de los niños, el gemelo 2. Ha habido muchas complicaciones y ha sufrido varios paros cardiacos, necesitamos que vayan lo antes posible a la unidad, allí los esperamos” salió por la puerta.

Ale y yo nos miramos sin haber entendido bien el mensaje que nos habían dado. «Pero… ¿qué ha querido decir?” -dijo Ale que se acaba de despertar-. «Eduardo está muy malito, y que vayamos lo antes posible”. Pedimos una silla de ruedas para poder ir hasta allí. Ale me ayudó a levantarme y me di cuenta que seguía con el dolor infernal y que no había cesado nada; fui al baño y nos lavamos la cara, pero antes de que termináramos, no recuerdo el tiempo pero no habían pasado ni diez minutos, la enfermera de planta nos vino a decir que nos esperaban en la UCIN y nos trajo la silla de ruedas. Aunque no lo creíamos entonces y tardamos mucho tiempo en creerlo, nos estaban pidiendo que fuéramos a despedirnos de Eduardo. En ese momento y hasta llegar donde estaba él, no fuimos capaces de darnos cuenta de la realidad.

#lavidadeunprematuro